Así como dice el título, esto lo hice no hace mucho para celebrar el cumple de Riida, asi que, para las amantes del Yama Pair... -mira a Daishi con disimulo- Acá les dejo este hermoso fanfic <3
Género: Shonen Ai, Fluffy.
Pareja: Yama Pair.
Extensión: Drabble.
Noche del lunes, después de
llegar del trabajo y ver el televisor mientras cenaba algo, me di una ducha
para irme a dormir; en menos de quince minutos sería mi cumpleaños, sabía que llegarían
mails y algunas llamadas para felicitarme, pero por alguna razón, este año no
me encontraba tan feliz y expectante como años anteriores. Quizás porque me
encontraba lo suficientemente estresado o simplemente porque el sueño me vencía.
Apagué las luces y me fui a
la cama, cubriéndome con las sábanas, pero en cuanto cerré los ojos, el sonido
del timbre me hizo abrirlos de nuevo.
- ¿Visitas a esta hora? –murmuré
con gesto cansado. Con un suspiro me levanté de la cama y fui hasta la puerta,
mientras el timbre sonaba nuevamente. Antes de abrir la puerta, un sobre blanco
se deslizó por debajo de ella, quedando en la entrada de mi apartamento. Me incliné
a tomarlo; no decía nada, ni siquiera un remitente, absolutamente nada. – Si es
una de las bromas de Nino, voy a descuartizarlo…- dije en voz baja mientras abría
la puerta.
El pasillo se encontraba
desierto, no había ni un alma y la puerta del apartamento contiguo estaba cerrada;
después de estar parado por unos segundos y volví a entrar, mirando el sobre
con perspicacia. ¿Quién está tratando de
burlarse de mí?, dije para mis adentros mientras abría el sobre; había una
nota con una perfecta caligrafía que decía:
“Abre
la puerta nuevamente.
Atte.
Tu Regalo.”
Me sentía absurdo siguiendo
las órdenes de un “regalo”, pero así hice, abrí la puerta nuevamente y me
encontré una caja en el piso, miré hacia el pasillo nuevamente antes de
tomarla, el pasillo continuaba vacío, por lo que no podía adivinar en donde
estaba quien me había dejado el regalo aquél.
- Como sea una de tus bromas
pesadas, me robaré tu DS y no te lo devolveré en dos semanas, Nino- comenté
antes de cerrar la puerta nuevamente. Fui hasta la sala y me senté en el
sillón, abriendo la caja con delicadeza, un poco temeroso de que fuese algo
desagradable o maloliente, pero al ver lo que estaba dentro de la caja, sentí
una cálida sensación en el corazón.
Había un pez tallado en
madera, lo tomé con delicadeza y sonreí, mirando detalladamente aquella pieza
tan hermosa entre mis manos. Si no me equivocaba, era un barbo albino, incluso
las aletas brillaban en la luz; sin duda, era una pieza única.
El sonido del timbre me hizo
dar un respingo, dejé el pez tallado sobre el sofá y fui corriendo hasta la
puerta, abriéndola de golpe. Me encontré a Sho inclinado, al parecer intentaba
pasar otro sobre bajo la puerta, al verme, alzó el rostro, esbozando una
sonrisa un tanto apenada.
- ¿Qué intentabas hacer?-
inquirí apoyándome del quicio de la puerta
- Darte tu regalo de
cumpleaños de una manera original- explicó mientras se incorporaba, con un
sobre blanco en una de sus manos
- Lo lograste, no esperaba
esto Sho-kun…
- Pero olvidé darte esto-
dijo moviendo el sobre- Pero creo que te lo puedo decir de frente, ¿no? –Asentí-
Solamente quería desearte un feliz cumpleaños, quería decirte que a pesar de
que no seas una persona tan parlanchina como yo, adoro esos momentos de
silencio entre nosotros, me gusta la calidez de tu mirada y no te imaginas lo
afortunado que soy de haberte conocido… -Sho se detuvo y nos miramos a los ojos
por unos largos segundos y se acercó a mí, abrazándome con fuerza.
Me quedé inmóvil, sintiendo
como los ojos se me cristalizaban, no era una persona dada a llorar mucho, pero
cuando escuchaba palabras así por parte de personas tan queridas, no podía evitar
sentirme conmovido.
- Sho-kun, yo…- comencé a
decir por lo bajo, pero las palabras murieron en sus labios. Cerré los ojos y
simplemente me dejé llevar, correspondiendo a aquel dulce roce de labios, Sho
suspiró y posó una de sus manos en mi mejilla, depositando un pequeño beso
final antes de separarnos.
- Feliz cumpleaños, Satoshi…-
susurró por lo bajo y sonrió.
Simplemente sonreí y asentí,
dándome cuenta de que aquél sería el mejor de todos mis cumpleaños.