Género: Shonen ai, fluff.
Pareja: Matsumiya.
El despertador sonó,
irrumpiendo el silencio sepulcral en mi habitación, y de paso, también mi
profundo sueño. Sin abrir los ojos, maldiciendo por lo bajo, saqué una mano de
la cama y apagué el condenado aparato infernal. Aún moría de sueño, y si no me
equivocaba, hoy era mi día libre, por lo que al parecer olvidé apagar la
alarma.
- Menudo imbécil soy…-
murmuré entre dientes.
Me disponía a seguir
durmiendo, pero esta vez, mi móvil comenzó a sonar, haciéndome maldecir
nuevamente. Tomé el teléfono y atendí la llamada.
- ¿Moshi, mosh?- dije en
tono bajo
- ¿Qué es eso que acabo de
ver en el televisor? ¿Estás hablando en serio, Kazu?- inquirió una voz bastante
conocida al otro lado de la línea.
- ¿Jun?- murmuré sentándome
en la cama- ¿De qué estás hablando?
- De lo de las noticias, te
vi. Dijiste que querías casarte conmigo. Te juro que cuando me lo dijeron,
pensé que bromeabas, pero resultó ser cierto.- sonreí al escucharlo, ya podía
imaginar la cara que tenía en aquellos momentos.
- Por supuesto que lo dije
en serio. Eres el más lindo del grupo después de mí, por lo que deberías de ser
mi esposo, ¿no crees?
Escuché la risa de Jun y
volví a sonreír, sintiendo como mis mejillas ardían. Había dicho eso en un loco
impulso, aunque yo sabía que aquello era mucho más que cierto, y no
precisamente porque él fuera el más lindo del grupo.
- Eres increíble, Kazu…
- Y tú me debes un abrazo.
¿Crees que no lo sé? Dijiste que me darías un abrazo por haberte escogido como
mi esposo- Jun suspiró antes de contestar.
- Lo recuerdo, y pretendo
cumplir mi promesa, ¿tienes planes para hoy? Tengo la mañana libre.
- Hoy es mi día libre, así
que estoy disponible-
- Bien, entonces ven a mi
casa y desayunemos juntos, ¿Qué te parece?- mordí mi labio inferior, sintiendo
como el corazón me latía con rapidez, tal y como siempre me pasaba cuando iba a
verlo.
- Pues…-me quedé callado por
unos segundos, haciéndome el difícil- Me parece bien, aunque es injusto que sea
yo quien tenga que ir a buscar el abrazo.
- Entonces yo iré a tu casa…
- Ya déjalo- le interrumpí-
Iré yo y espero que me prepares algo bastante delicioso, ¿ne? Te veo entonces
en un rato, J. Voy a arreglarme.
Luego de terminar la
llamada, me puse de pie, yendo hasta el baño y dándome una rápida ducha; me
puse unos vaqueros azules, zapatillas deportivas, camiseta blanca, y una
sudadera amarilla; siquiera me peiné y salí de casa, con los nervios a flor de
piel.
No comprendía el porqué de
mi actitud, si tenía años conociendo a J y esos encuentros entre nosotros eran completamente
normales. O realmente sí lo comprendía, el problema es que Jun me gustaba
demasiado, y el estar tan cerca de él causaba esas sensaciones en mí… y
últimamente nos habíamos acercado muchísimo más. Aquello me encantaba, pero al
mismo tiempo me aterraba a sobremanera.
Al tocar el timbre de su
apartamento por segunda vez, él abrió la puerta, esbozando una brillante
sonrisa. Tenía unos pantalones de chándal negros y una camiseta azul cielo,
llevaba el pelo algo alborotado y las mejillas sonrosadas, haciendo que el
corazón me diese un vuelco.
- Okaeri nasai~- dijo
tomando una de mis manos, haciéndome pasar.
- Tadaima…- murmuré apenado-
¿Dónde está mi desayuno? Muero de hambre.
- ¿No quieres tu abrazo
primero?- inquirió sin soltar mi mano, mirándome con una ceja alzada, soltando
mi mano- Y yo que pensé que querías eso…
- Claro que lo quiero, pero
pensé que desayunaría primero- justifiqué- Entonces, dámelo, J.
Jun extendió los brazos,
volviendo a sonreír. Me acerqué a él y rodeé mis brazos alrededor de su
estrecha cintura, apoyando la cabeza en su pecho, y dejando escapar un suspiro
en cuanto sus brazos me estrecharon con fuerza. Aspiré el embriagador aroma que
desprendía su camiseta, cerrando los ojos y deseando que aquél momento nunca
terminase. Jun apoyó su barbilla sobre mi cabeza, suspirando sonoramente antes
de hablar.
- ¿Sabes? No eres el único que desea casarse… a mí
también me gustaría casarme contigo, Kazu- dijo en voz baja.
- Yo lo dije muy en serio-
respondí en un susurro apenas audible.
- ¿Quién te dijo que yo no
lo estoy diciendo en serio? ¿Quién no quisiera casarse con alguien como tú?
Todo en mí se desmoronó en
cuanto escuché esas palabras. Abrí los ojos, mirándole en silencio; J
simplemente se limitó a sonreír, dándome un tierno beso en la frente, causando
que el ardor volviese a mis mejillas.
- Nadie querría casarse con
alguien como yo, estás loco…- musité en voz baja.
- Yo si quiero, y sí, puede
que esté loco, pero loco por ti, Ninomiya- sonreí nuevamente y me puse de
puntitas, dándole un corto y tierno beso. Jun correspondió a aquel roce,
llevando una de sus manos hasta una de mis mejillas, acariciándola con
delicadeza.
- Creo que después de esto
no hace falta decirte que yo también lo estoy, ¿verdad?- susurré contra su boca
- Para nada- negó con la
cabeza y me sonrió- Entonces, ¿quieres ya tu desayuno?
- No, prefiero quedarme aquí
un ratito más…- respondí antes de volver a apoyar la cabeza en su pecho,
sintiendo como él acariciaba mi cabello con delicadeza, haciéndome sentir la
persona más afortunada del planeta.
Después de todo, sí había
valido la pena el decir lo que verdaderamente deseaba.